El vacío que deja la muerte repentina es inconmensurable. No existe persona en el mundo que no reconozca que, ante la inesperada falta de un ser querido, una
parte de su presente se desmorona. Aunque suene romántico, poder despedirse de alguien es fundamental en el devenir de la vida. Es por eso que los médiums, personas que dicen tener el don de vincularse con los muertos, tomaron tanto protagonismo en los últimos años.
Antes eran personajes periféricos y se accedía a ellos a través de un conocido de un conocido, entre penumbras y desconfianza. Actualmente, y gracias a las redes sociales, están a tan solo un mensaje de distancia. Por su parte, ellos, en lugar de esconderse y reconocer con culpa sus virtudes, se muestran con videos promocionales, libros y hasta presentaciones en teatros con reuniones multitudinarias. Saben que tienen un poder y no dudan en ejercerlo.
Mónica perdió a su hija el año pasado. Tenía 20 años y estudiaba Psicología en la UBA hasta que un cáncer le asaltó el cuerpo. A siete meses de su partida, necesitó saber que se había ido bien. Le cuenta a NOTICIAS: “El médium me dijo cosas muy puntuales que solo ella y yo sabíamos. Hasta me indicó un mueble de mi casa donde me había dejado algo. Dijo que escuchó cada una de las palabras que le dije el último día y que un bebé estaba por nacer en la familia y que su nombre era tal. Todos los datos fueron exactos. No me quedaron dudas que ella estuvo en esa sesión. Me fui con el alma aliviada”.
Radiografía laboral
Los médiums son personas que aseguran tener la capacidad sensorial de ser un puente entre las almas de los muertos (seres desencarnados) y los vivos (encarnados). Dicen que no juzgan ni deciden qué decir y qué no, simplemente transmiten lo que el alma tiene para contar. Claro que la comunidad científica está lejos de reconocerlos, pero la certeza con la que hablan es encomiable.
Noelia Pace es una de las médiums más conocidas del país. No duda en dar entrevistas y promover encuentros en teatros con entradas que rondan los 20 mil pesos. Afirma: “Empecé en el año 97 por carta y teléfono. La semana pasada conecté a una chica de Arabia con su padre que murió en Uruguay y yo estoy en Mar del Plata, donde vivo actualmente”. La agenda de Pace está completa hasta enero del 2025 y agotó todas sus presentaciones teatrales en lo que resta del año. En privado no hace más de cinco sesiones por día, cuatro veces a la semana. “Nunca me pasó de no poder conectar con un alma. Lo que sí pido muchas veces es disculpas porque transmito cosas antipáticas. Una vez vinieron dos hermanas y el alma de un familiar me explicó por qué abusaba de una de ellas y entre ellas no lo sabían. Para ellas fue liberador pero el momento fue muy feo”.
Al ser consultada por su presunto don, Pace no duda: “Es algo natural. Una vibración en evolución superior. Todos habitamos cuatro dimensiones, mientras los médiums habitamos la quinta”. En su historial jura haber conectado con desaparecidos de la dictadura, asesinos y asesinados, sin embargo le reconforta cuando las almas que dice percibir le agradecen a los consultantes la vida que le hicieron vivir.
Entre la infinidad de cuentas de médiums que hay en Instagram, emerge la figura de Leonardo. “Una vez llego a mi casa y estaba mi mujer hablando por teléfono y sentía a alguien cercano a la persona con la que hablaba. Sin saber quién era, le pedí el teléfono y le empecé a contar cosas, 'acá hay una amiga tuya que te dice esto y lo otro', y la persona al teléfono me decía a todo que sí. Ahí entendí que además de un don podía ser un servicio”, comenta. Y agrega: “La sesión tiene que ser honrada y ética. Necesito que no me digan nada ni me muestren ninguna foto porque me condicionan. Cuando me llaman los famosos les digo que, al estar sus vidas en Internet, deciden ellos qué hacer, porque si lo que se sabe de ellos sale en la sesión pueden dudar y a mí no me interesa que duden”.
Libre interpretación
Dentro de la mediumnidad no hay reglas, sí la sensación de cada uno. Leonardo afirma: “Cada alma cuenta lo que ella cree necesario y tal vez no es lo que espera el consultante. Pero todos se van con la certeza de que hablaron con quien querían. No hay tiempo estipulado, pudo haber muerto hace 20 o 40 años. Lo que sí hay que aclarar es que un médium no sana un duelo ni genera un vínculo constante. Yo no repito sesiones”.
Jonathan Jiménez es uno de los médiums reconocidos más jóvenes de la actualidad. Como sus colegas, habla con una convicción absoluta: “La sesión tiene que ser comprobatoria. Yo no cambio la voz ni mi fisonomía. Nunca digo generalidades como 'tu papá me dice que te acompaña', 'tu madre siempre está a tu lado'. Eso lo puede decir cualquiera. Yo lo compruebo con datos”, jura.
Entre los médiums, la variedad de valores es notoria. Las sesiones van desde los 7 mil pesos hasta los 150 mil. Sin embargo, la mayor inquietud es saber cómo se presentan las supuestas almas ante ellos. Jiménez describe: “Me aparece como una silueta. Después veo si es un alma paterna, materna, un hijo. Si hay algo físico que me quiera transmitir mejor. Es como cuando uno lee un libro y visualiza los rasgos del protagonista. Luego aparecen fechas, lugares, nombres. A veces no entiendo lo que me dicen pero, al decirlo, el que lo entiende es el consultante y eso es lo que vale”. Creer o reventar.