Ambas noticias se conocieron en un contexto de preocupación en los mercados internacionales de que la economía estadounidense ingrese en una fase de recesión por culpa de las tasas de interés
altas, el miedo de que cuando la Reserva Federal las baje (en septiembre) pueda ser tarde, un discurso de su titular, Jerome Powell, el 23 de agosto en Jackson Hole y una campaña presidencial en EE.UU. que podría condicionar una eventual decisión del propio Powell: así como la Fed no debería dejar que el mercado le dicte una decisión tal cual dijo el economista e historiador Barry Eichengreen ayer en Financial Times, tampoco Powell querrá que su decisión sea leída como un guiño o rechazo a los republicanos o demócratas. En medio de todo esto -sumado al conflicto en Medio Oriente-, sucedió este lunes negro.