Canoterapia: utilizan perros entrenados para mejorar la calidad de vida de los adultos mayores

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El perro es el mejor amigo del hombre en todas las etapas de la vida. Por eso no sorprende que en algunas instituciones geriátricas hayan comenzado a introducir las visitas regulares

de perros entrenados para mejorar la calidad de vida de los residentes.

Si bien la canoterapia es una técnica relativamente reciente, según los expertos ya hay muchos indicios históricos y sólidos que muestran que su uso continuado genera mejoras perceptibles en el estado físico y, sobre todo, anímico de las personas en esta etapa de su vida. En otras palabras, la interacción periódica de los abuelos con mascotas entrenadas para estas tareas les aporta mejoras claramente observables en sus habilidades cognitivas, sociales y emocionales. Además, claro, de progresos en el estado físico general.

“Nosotros empezamos a trabajar la canoterapia en el geriátrico este año. Y en este breve tiempo ya se notan progresos entre los residentes”, le contó a PERFIL la gerontóloga Graciela Spinelli, integrante del equipo del Hogar Los Pinos.

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“Hace tiempo que se acumula abundante referencia científica sobre el aporte de las terapias asistidas con animales para resolver temas de salud en cualquier edad, tanto en la rehabilitación como durante la propia internación médica”, refirió la experta. Y agregó: “Está muy probado que aquellos adultos mayores que conviven con mascotas en sus casas obtienen múltiples beneficios saludables. También sabíamos positivamente que muchos de ellos habían tenido mascotas a lo largo de su vida. Así que empezamos a preguntarnos si no podría pasar algo similar con quienes viven en instituciones y si estas visitas periódicas no podrían servir para que nuestros residentes se sintieran más ‘como en casa’”.

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Así, los directivos médicos se juntaron con un equipo de entrenadores de animales (de la Asociación Caral) que prepararon a un par de perros para realizar visitas terapéuticas.

Estos eligieron dos ejemplares que ya mostraban un excelente temperamento para este tipo de tareas: un Schnauzer enano y un boyero de Berna, y los entrenaron para estas citas.

Spinelli aclara que antes de comenzar sus encuentros con adultos, los perros fueron especialmente preparados durante varios meses. “Por ejemplo, se los acostumbra a saber comportarse ante una silla de ruedas, un bastón o un andador. Incluso se les enseña a subirse y permanecer en una cama ortopédica, ya que también visitan a personas en esa situación. En este caso, en Los Pinos, los perros hacen sus visitas dos veces por semana. Y ya se está haciendo una buena costumbre: “Muchos residentes ya los están esperando con ganas desde el día anterior”.

Tras llegar los perros, junto a su cuidador, recorren los diversos espacios del hogar y –con aquellos internos que así lo piden– se quedan “jugando” un rato. “Lo que vemos es muy importante. Por ejemplo, tenemos personas con alguna patología avanzada –como una demencia cognitiva– que les impide hacer otras actividades. Pero sí interactúan con los perros: los acarician, los abrazan, etc.”.

Mejoras. Según relata Spinelli, “ya estamos notando mejoras concretas. Por ejemplo, hay residentes que nos dicen que mientras juegan con los perros se olvidan de su dolor crónico. También sabemos que ya meramente el contacto visual con los animales genera una hormona llamada oxitocina asociada al placer. Y se reducen los niveles de ansiedad, de estrés y hasta la presión arterial.

Otros internados que están con algún grado de depresión el día de visitas perrunas se levantan de la cama, se visten y se preparan para recibirlos. Otros se mueven por el predio, acompañándolos, algunos los cepillan y así se mueven físicamente.

De hecho, cada visita se va concertando en detalle entre los cuidadores y el equipo médico y gerontológico, para que durante el recorrido completo se intente algún objetivo concreto con cada persona: desde moverse físicamente hasta una interacción emocional particular.

Incluso, luego de que las visitas de los cuadrúpedos terminan, en la institución queda un clima muy positivo, refirió Spinelli. “De hecho, se activan las conversaciones entre los mismos residentes comentando la visita y perciben entre ellos las reacciones positivas.

Otro efecto notable que recogen los profesionales es que, tras la llegada de los perros, disminuyen las quejas generales, algo muy común en este grupo etario poblacional.

Como el programa dio resultados muy positivos, las autoridades de la institución también están analizando cómo hacer para incrementar la frecuencia de estas actividades y también los están sumando a acompañar los tiempos más complejo del fin de la vida, para poder mejorar la calidad de la misma en todos los momentos.

También entre los más chicos

Hace pocas semanas el Hospital Garrahan inició un programa para incorporar animales adiestrados en el proceso de curación y tratamiento de sus pequeños pacientes. Numerosos estudios científicos han demostrado que el acompañamiento de una mascota animal durante una internación, especialmente si esta es larga, genera impactos positivos y reduce el tiempo de recuperación, ya que ayuda a disminuir en forma notable la ansiedad, a mejorar la psicomotricidad y facilitar el sueño. Además, estas interacciones distraen y permiten una reducción del dolor. Según la doctora Patricia Bellani, directora de atención pediátrica, “incorporamos esta terapia como tratamiento complementario para ayudar a los niños a recuperarse más rápido y para hacer más amena su estadía”.

Las terapias con perros fueron pensadas para internaciones prolongadas, y tienen un enfoque lúdico. Obviamente, se realizan con perros debidamente entrenados para promover el bienestar emocional y físico de los pacientitos.

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