Mundos íntimos. Mi abuelo judío perdió a su familia en el Holocausto. Nunca nos habló de ese pasado: recordar le hacía daño

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Yo ni siquiera conocía su verdadero nombre. En polaco, el nombre de mi abuelo era Szlama, en idish Shlomo. Sin embargo, cuando vino a Argentina, mi abuelo se puso otro nombre:

se hizo llamar Simón. Muchos años después, casi al final de su vida, decidió cambiar su nombre a Salomón, la traducción al español de su verdadero nombre, recuperando de esta manera parte de su identidad. La coraza que había llevado durante tanto tiempo por primera vez se empezaba a fisurar. Mi abuelo no lo explicó a la familia, simplemente fue al registro civil y lo cambió. Fue mi papá quien lo comunicó. Le pregunté por qué, y respondió sin más: “porque ese es su verdadero nombre”. A mí me pareció un tanto extraño, pero, nuevamente, lo acepté sin preguntar más.