Para Milei, que salió del hotel en medio de un revuelo de seguidores, esta distinción significa “una caricia al alma”, según le dijo a Clarín mientras subía a la camioneta blindada.
Una estadounidense, casada con un argentino, hizo que el presidente se desviara por un momento de su estricto rumbo: llevaba a dos enormes perros y el libertario, con su hermana Karina, se detuvo a acariciarlos en medio del nerviosismo del servicio secreto.