Cuando los tanques y aviones de Pinochet destruyeron el Palacio de la Moneda, el 11 de septiembre de 1973, muchos vieron la mano de Kissinger detrás. Sin embrago, Kissinger le
había prometido al embajador chileno en Washington, Orlando Letelier, que “no participaremos” en la campaña contra Allende. El mismo Letelier sería asesinado en 1976, en Washington, por la bomba de un sicario pinochetista.