Clarín en Rosario: tiros, muerte y miedo en la ciudad que los narcos manejan desde la cárcel

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En el barrio Fisherton de Rosario los vecinos pueden despertarse con la alarma del celular, el radio reloj, el gallo que alguien tiene en su patio y también a los tiros. Como

este miércoles a las 3.30 cuando hubo un tiroteo en los monoblocks de Donado al 800. No siempre los disparos irrumpen en la paz de la madrugada, también cortan la tranquilidad de la tarde y otras veces avisan que ya es de noche y la calle tierra de nadie.

Con zonas de viviendas populares donde los vecinos son víctimas de la inseguridad y la violencia narco, y otras de tradicionales mansiones del estilo inglés, el barrio Fisherton repite el patrón que se da en todo Rosario. El contraste entre las muertes y las guerras entre bandas y lo pintoresco y sofisticado de una ciudad cosmopolita. La tercera en cantidad de habitantes del país y la que tiene la tasa de homicidios más alta con 22,01 cada 100 mil, casi ocho veces más que la Ciudad de Buenos Aires.

"Mza y Donado", el barrio Fisherton en clave "canalla". Foto Juan José García
"Mza y Donado", el barrio Fisherton en clave "canalla". Foto Juan José García

Un equipo de Clarín llega al punto del barrio Fisherton donde hace minutos fue el tiroteo. Hay un paredón pintado de amarillo y la inscripción "Mza y Donado" en letras azules, los colores de Rosario Central.

La verdulería está cerrada con candado. "Ananá $ 499", se ve desde afuera. En agosto, sus dueños se negaron a pagar una extorsión de 300 mil pesos y les prendieron fuego el negocio. Al lado, un pasillo con paredes sin revocar, botellas tiradas, un colchón de dos plazas semidestruido y silenzio stampa. No es la hora de la siesta, es que en los barrios rosarinos, la gente tiene miedo de estar en la calle.

Una escalera conduce a un departamentito con puerta y rejas blancas. El círculo dibujo con tiza en el tercer escalón indica que allí había un proyectil. Al llegar al primer piso está el único testigo de lo que sucedió en la madrugada: un duende de jardín con un pedazo de su frente caído. La puerta está semiabierta, atada a la reja con una tela gris, con dos agujeros

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Un balazo en una ventana de un departamento de Donado al 800, en Rosario. Foto Juan José García
Un balazo en una ventana de un departamento de Donado al 800, en Rosario. Foto Juan José García

"Más de 10 tiros escuché. Es moneda corriente en este lugar. Vino la policía a las 5.30 porque cuando acompañé a mi hijo al trabajo, habían dos móviles", dice un vecino que vive a pocos metros. Y aclara: "Ya estamos acostumbrados a despertanos con los disparos, igual mi mujer se asustó anoche. Vivimos con temor".

El hombre de 70 años cuenta que "en la semana dos veces hay balaceras seguro". La desolación que vive lo envuelve. "No es que no nos cuida la policia, no nos cuida nadie. Hace 15 años pasa esto y cada vez peor. Habrá que seguir peleándola, escondido, en casa y sin salir", dice desganado.

Casi no hay movimiento pese a que ya son las 8.30. Un vecino cuenta que hace 10 días hubo otro tiroteo en el departamento de "esa familia". Y acota: "Uno estuvo preso en Coronda", la cárcel más grande de Santa Fe.

Los monoblocks del barrio Fisherton, donde los tiroteos son costumbre. Foto Juan José García
Los monoblocks del barrio Fisherton, donde los tiroteos son costumbre. Foto Juan José García

Otra vecina confirma que "siempre" hay disparos ahí, pero rápidamente, se ataja: "No puedo hablar, vivo con mi hija y nieto acá". Ella vive abajo de la vivienda baleada. "Cuando hay silencio y está todo muy calmo, tengo miedo", contesta una mujer de unos 40 años y señala la bolsa negra de cartón que lleva. Atrás quedó el uso de cartera por la inseguridad. 

Adentrándose por los pasillos, nadie camina. No hay ruidos y las cortinas están cerradas. El barrio sabe mucho más de lo que dice.

La buena noticia es que esta vez no hubo muertos ni heridos. En Rosario hay casi 3 heridos de bala por día. En enero fueron 85.

En el Hospital Clemente Álvarez hay miedo por la violencia e inseguridad que se vive en Rosario. Foto Juan José García
En el Hospital Clemente Álvarez hay miedo por la violencia e inseguridad que se vive en Rosario. Foto Juan José García

La mitad va a parar al Hospital Municipal de Emergencias Dr. Clemente Álvarez, más conocido como "HECA", que está a 13 minutos en auto. Ocupa una manzana y cuenta con helipuerto.

En el hospital parece que tampoco hay paz: dos patrulleros en la puerta de la guardia, un control en el ingreso y otros dos policías que identifican a los que suben al primer piso. Además, el hospital lleva registros de las visitas a pacientes, tiene seguridad privada y un destacamento policial. El miedo latente es que alguien venga a buscar al que entró baleado para matarlo.

"Antes venían con un orificio de bala, ahora vienen con 7 u 8", así dimensiona la situación el director del HECA, Jorge Ignacio Bitar.

Jorge Ignacio Bitar, director del HECA de Rosario, donde en enero recibieron a 40 heridos de bala. Foto Juan José García
Jorge Ignacio Bitar, director del HECA de Rosario, donde en enero recibieron a 40 heridos de bala. Foto Juan José García

"Este es el hospital de alta complejidad y referencia de traumatología, incluye a los heridos de arma de fuego. Cambió la complejidad de los pacientes, llegan más gravemente heridos y eso impacta en que antes la internación promedio era 7 días y ahora es 16", cuenta Bitar.

Otro cambio que notó con el paso del tiempo es que el adulto joven antes era el paciente herido con arma de fuego, pero el rango etario se amplió: comienza desde adolescentes hasta adultos mayores. Sumado a que aumentó la cantidad de pacientes mujeres.

"De 40.000 personas que ingresan por mes, solo 40 son víctimas de armas de fuego. Ahora, de las 24 camas de la Unidad de Terapia Intensiva, 7 son heridos por disparos", afirma. Y recuerda que "en 2013 hubo un pico de más violencia, con más ingresos, y hace unos años se repite la tendencia".

En este hospital, especializado en adultos, no hay indicios de la fecha. Es 15 de febrero, Día Internacional de la lucha contra el Cáncer Infantil. No muy lejos de acá, a 35 cuadras, en el centro de la ciudad, el clima es otro y sí se recuerda la fecha. En la Plaza Pringles, el intendente Pablo Javkin organiza un evento con cantantes.

"Es necesario escuchar y bloquear comunicaciones de los narcos presos", pide el intendente Pablo Javkin. Foto Juan José García
"Es necesario escuchar y bloquear comunicaciones de los narcos presos", pide el intendente Pablo Javkin. Foto Juan José García

El jefe comunal lleva un lazo amarillo en su camisa blanca y se abre paso entre la gente que lo saluda. Camina sin guardaespaldas, pese a que gobierna una ciudad caliente y hace cuatro días apuntó a los narcos presos. "La cárcel no puede dominar la calle", afirmó en una reunión que mantuvo con el nuevo ministro de Seguridad, Claudio Brilloni, por la violencia.

Rosario registró 288 homicidios en 2022, la cifra más alta desde 2013. Y en enero hubo 26 asesinatos, casi todos vinculados con los narcos. La cifra supera los 22 femicidios cometidos ese mes en toda la Argentina. En lo que va del año, la cuenta ya llega a 43.

Esto llevó a que la fiscal regional de Rosario, María Eugenia Iribarren, creara en 2020 un equipo de fiscales dedicados a las balaceras. Son cuatro fiscales que trabajan con dos empleados fijos y con un equipo que los ayuda durante la preparación de los juicios.

Los barrios donde más crímenes hubo en lo que va de 2023 son los mismos que el año pasado: Tablada, Ludueña, Empalme Graneros y Vía Honda, ubicados en la periferia de la ciudad. 

Maria Eugenia Iribarren, la fiscal regional de Rosario. Foto Juan José García
Maria Eugenia Iribarren, la fiscal regional de Rosario. Foto Juan José García

"Hicimos intervención urbana para que la violencia baje en los barrios. Después de que el Ministerio Público de la Acusación hace allanamientos, demolemos, abrimos espacios públicos, creamos plazas y se escrituran propiedades", dice Javkin mientras toma una gaseosa y afuera del bar pasan dos policías por la peatonal Córdoba.

La urbanización impacta, según el intendente, en la disminución de la violencia y hace hincapié en que "no es lo mismo vender droga en un pasillo que en un lugar a la calle". A su criterio, la violencia se expande "porque la Policía es parte de las bandas narcos", dice Javkin.

El informe que recopila esos datos durante su gestión está en el chat de WhatsApp que comparte con el presidente Alberto Fernández. Las obras se inaugurarán en marzo.

Javkin tiene en claro que es clave "la presencia de la Policía Federal porque es un controlar de la Provincial y la inteligencia dentro y fuera de las cárceles". "Es necesario escuchar y bloquear comunicaciones de los narcos presos, eso permitiría seguir los movimientos económicos y saber si planean ataques. El 95% de los hechos se planifican en los penales", sostiene.

Barrio Empalme Graneros, uno de los más peligrosos de Rosario.Foto Juan José García
Barrio Empalme Graneros, uno de los más peligrosos de Rosario.Foto Juan José García

En esto coincide Iribarren desde su despacho del segundo piso en el edificio del Ministerio Público de la Acusación: "Lo que pasa en el Servicio Penitenciario Provincial y Federal repercute en lo que sucede en la ciudad. Las organizaciones criminales tienen sus referentes presos, pese a eso gestionan el comercio de drogas y la violencia. El sistema lo terminamos demostrando en las audiencias". Por eso, reclama que "bloqueen las señales de celulares si no limitan su ingreso". 

El mundo narco parece alejado del centro de Rosario, donde adultos y niños caminan en un mediodía que ya llega a los 33 grados. La peatonal está repleta. Los oficinistas llevan sus raciones de comida al peso, una madre le compra zapatos a su hijita y la ciudad sigue. La mayor preocupación en esa parte de la ciudad, a plena luz del día, son los punguistas.

Esa realidad es una burbuja dentro de la Rosario descontrolada y sin límites que describe Javkin. Dice, sin vueltas: "La Justicia da demasiadas prisiones domiciliares, como el caso de 'la Chana' Susana Bustamante (la mataron esta semana en Tablada). El año pasado tuvimos 28 fallecidos con libertad transitoria, salen y matan, y después los matan".

Alarma comunitaria en el barrio Tablada, donde mataron a Susana Bustamante el martes 14 de febrero. Foto Juan José García
Alarma comunitaria en el barrio Tablada, donde mataron a Susana Bustamante el martes 14 de febrero. Foto Juan José García

¿Pero cómo es el barrio del que todos hablan y al que todos temen? En Tablada a las 16 no hay personas en la calle, solo dos vecinos charlan en una esquina, mientras uno hace un pozo para desagüe. El otro, Julio (78), vive hace 50 años en el barrio. "No nos molestan si no te metes, pero estamos atentos. Ya nos acostumbramos a los tiros", reconoce.

"Nos gustaría mudarnos ahora, criamos a nuestros hijos en la casa. Al lado vivía la Chana, creo que le pegaron unos balazos, después se mudó cerca. Ayer la mataron", cuenta Julio, que hace cinco minutos vio a tres gendarmes pasar por la calle Viedma en este barrio ubicado al sur de Rosario.

Para su amigo, "la Gendarmería está de florero, no hace nada" en ese barrio humilde con algunas calles de tierra y casi todos los locales cerrados, a diferencia del centro de la ciudad. Por su parte, uno de los gendarmes explica a Clarín su labor: "Patrullamos todos los días de la semana, todo el día, y hay otras patrullas en distintos lugares del barrio". Sin embargo, no se ve a ninguna otra fuerza de seguridad en Tablada.

El barrio Tablada, uno de los que más homicidios registra. Foto Juan José García
El barrio Tablada, uno de los que más homicidios registra. Foto Juan José García

Enfrente de los gendarmes hay un kiosco abierto. Una adolescente y su madre (37) venden los productos a través de una ventanita con rejas. "En el momento de una tragedia, los gendarmes no están. Solo sirven para parar a los trabajadores que van en moto y les piden los papeles", explican.

Su mundo es puertas adentro por miedo. "No podés esperar el colectivo por si te roban o se arma una balacera. Todos los días hay tiroteos", cuentan con naturalidad. A la noche tampoco salen por temor a que les roben la casa que está detrás del local.

Lo único que rescata la mujer es su cuadra. "Conozco a todos los vecinos desde chica. Lo jodido son los alrededores", sostiene. Esto mismo dicen Graciela, Sandra y Claudia, vecinas de otro de los barrios más peligrosos de la ciudad: Empalme Graneros, ubicado en el noroeste.

Un comercio "a la calle" para evitar que los ladrones se metan al negocio. Foto Juan José García
Un comercio "a la calle" para evitar que los ladrones se metan al negocio. Foto Juan José García

Como en Tablada, las mujeres, que están con tres sillas en la vereda vendiendo ropa, confirman lo mismo: "Los gendarmes solo piden los DNI" y "las balaceras se escuchan todas las noches. Uno ya se acostumbró". Las hermanas sacan las prendas a la calle para evitar que los clientes ingresen al comercio que tienen hace 15 años. A 30 cuadras, fue el doble crimen del cantobar este fin de semana. 

Acá no se ven gendarmes, pero sí cuatro policías motorizados. A la salida del barrio, hay dos camionetas de la Federal controlando los papeles de los vehículos.

"La Policía Federal tiene 150 efectivos, divididos en tres turnos de 50. Por eso, para la extensión demográfica que tenemos, ver 50 policías patrullando no es una tarea sencilla", contesta el nuevo ministro de Seguridad, Claudio Brilloni. Y reconoce: "Necesitamos más vehículos de la Federal para mejorar las operaciones".

También anticipa que se sumarán inhibidores de señal de celulares en las cárceles para impedir la organización de delitos. "Coordinamos con Anmac (Agencia Nacional de Materiales Controlados) un programa de entrega voluntaria de armas y control de armerías y de profesionales que avalan que uno tenga un arma registrada", explica el funcionario que asumió hace 10 días.

Pobreza y chicos en peligro. Otra postal rosarina. Foto Juan José García
Pobreza y chicos en peligro. Otra postal rosarina. Foto Juan José García

Ya son las 17 y una nena corre descalza sobre las vías del tren. Lleva en su mano un juguete, de un lado están las casas de chapa y del otro, botellas tiradas sobre el pasto. En ese mismo momento, a 10 kilómetros, en el sudoeste de la ciudad, Gendarmería allana 16 domicilios en Vía Honda por venta de drogas. Secuestraron armas y quedaron detenidas ocho personas. Cinco meses le llevó a la Justicia para que llegue ese día.

Rosario. Enviada Especial

MG

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