El drama de Olivia, la bebé más pequeña de América Latina: medía lo mismo que un termómetro

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Pequeña, la de menor peso que se haya registrado en América Latina pero con un corazón guerrero y valiente. De esta manera llegó Olivia a la vida, una niña que nació

el 18 de marzo de este año en Uruguay y que pesó apenas 330 gramos. ¿Su altura? Apenas un poco más que una mano. Marcó un récord en todo el continente pero también dio un ejemplo. Es que con su escaso tamaño y posibilidades ella, con 27 semanas de gestación, logró sobrevivir a fuerza de leche materna.

Han pasado tres meses desde su alumbramiento. Un tiempo en el que la piel de Olivia se hizo más fuerte al igual que sus órganos vitales. Su madre, Miriam, le pasó gota a gota la leche de su pecho y José, su padre, no escatimó en amor. Poco importó el plástico de la incubadora que los separaba.

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El diario El Observador de Uruguay registró la maravilla y relató que sus padres suelen saludar a su bebé de la siguiente manera: “¡Hola, amor! Ya estás con nosotros”. Miriam se dedica a su hogar y es mamá también de Thiago quien tiene 10 años. Entre este varón y Olivia hubo dos embarazos que no llegaron a término. Pero esta mamá no se dio por vencida.

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El amor no tiene fin

A las 21 semanas de gestación recibió una dura noticia: su hija no estaba creciendo en el útero. La ginecóloga que llevó su caso fue Graciela Gadola y aseguró en su momento que Olivia tenía muchas posibilidades de ser un “óbito fetal”, es decir que el bebé podía morir en el útero o en el parto. “Siguiendo el deseo de los padres y tras varios ateneos se apostó por la vida”, detalló esta experta al mismo medio.

Olivia
Olivia en la Unidad de Terapia Intensiva. Foto gentileza El Observador.

El tratamiento incluyó inyecciones diarias de heparina, un anticoagulante que permitió a Olivia y a Miriam llegar hasta las 27 semanas de embarazo. A esta altura, y con el riesgo muy latente Olivia pasó del útero de su mamá a la Unidad de Cuidados Intensivos Pediátricos. Acompañada por sus padres sobrevivió 83 días y en el medio de este tránsito que por fin pudo llegar a los brazos de José.

“Cuando pasó los 800 gramos, a los dos meses, me la dejaron tener en brazos por primera vez. Tenía tanto miedo que entre el temblequeo se le desenchufó el tubo de oxígeno y la beba se empezó a poner morada. Vino una enfermera, una genia, y me dijo: ‘Tranquilo, padre, toda está bien’”, relató José. Su mamá ya sueña con su primer cumpleaños: “No hay que rendirse”. Olivia, la que trae paz según su nombre, lo sabe más que nadie.

MCP