Secuelas del coronavirus: cambios en el sentido del olfato, cuánto duran, qué causan

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La definición de caso positivo de Covid-19 fue cambiando conforme transcurría el tiempo de pandemia. Al comienzo no era clara y a los síntomas respiratorios como tos seca,

dolor de garganta y falta de aire se le sumaban otros poco frecuentes para la comunidad médica y para la población general. Entre ellos, la pérdida del olfato y del gusto.

Sin embargo, para los especialistas la realidad iba mostrando una escena diferente. Ya en los primeros días de marzo de 2020, Stella Cuevas, otorrinolaringóloga y experta en olfato, comenzaba a notar que la anosmia aparecía en varios de sus pacientes con Covid-19. Los expertos ya sabían que la falta de olfato se manifiesta en algunas personas con infecciones virales, como resfríos causados por el rinovirus y gripe. La anosmia puede aparecer durante y después de la infección, cuando se produce una pérdida abrupta y súbita del olfato que, a su vez, lleva a una alteración en la percepción del sabor.

“Uno de los conceptos más importantes para tener en cuenta en relación con la anosmia es la diferenciación entre el sabor y el gusto explica Cuevas, expresidenta de la Asociación de Otorrinolaringología de la Ciudad de Buenos Aires (AOCBA). El sabor es el deleite o la apreciación de alguna bebida o comida. El gusto se percibe en diferentes partes de la lengua, que está dividida en regiones topográficas relacionadas con los gustos dulce, salado, amargo, ácido y un quinto gusto que se describió hace más de una década, el umami”.

En abril de 2020, la anosmia se incorporó a la lista de los síntomas de caso sospechoso de Covid-19, siempre acompañando a otros síntomas. A lo largo de los primeros meses de la pandemia los casos de anosmia como único síntoma comenzaron a aumentar y el Ministerio de Salud de la Argentina modificó la definición de caso sospechoso. Así, la anosmia de 72 horas de duración pasó a formar parte de la definición de caso de Covid-19: las personas que presentaban anosmia como único síntoma debían cumplir con el aislamiento obligatorio. La presencia de este síntoma hizo que el sentido del olfato, por lo general infravalorado y subestimado, pasara a convertirse en uno de los protagonistas de la pandemia.

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Noticias: ¿Cómo fue advertir que tener Covid-19 podía alterar el sentido del olfato?
Stella Cuevas: Ya en los primeros días de marzo del 2020 algunos pacientes, en especial los expatriados, notaron el síntoma. Se trataba en un comienzo de personas allegadas o recomendadas por colegas, porque en ese momento los pacientes a lo mejor tenían solo ese único síntoma y al consultar a los teléfonos 107 y 147 no obtenían respuesta porque no figuraba en la definición oficial de caso de Covid-19. Algunos pacientes también referían sufrir una pérdida del sabor; otros no sintieron el olor al humo de un incendio y otros pasaron por situaciones como que la comida se le quemaba de manera frecuente y ellos no lo advertían.

Noticias: ¿Qué nota en las personas que tuvieron Covid-19 y que perdieron el olfato con la infección?
Cuevas: Todavía recibo personas que consultan por primera vez porque relatan no tener olfato, otros dicen oler menos y también hay quienes huelen, pero describen a los olores como diferentes a los que conocían antes de tener el coronavirus. Y la consulta más frecuente está gatillada por las secuelas, las disosmias (distorsiones olfatorias) que hasta pueden llegar a ser aterradoras.

Noticias: ¿Son secuelas que se advierten tanto en personas que tuvieron un cuadro leve de la enfermedad como uno más grave?
Cuevas: Quienes tuvieron Covid-19 refieren el síntoma de manera muy variada, pudieron haber pasado la enfermedad de manera muy leve y tener solo anosmia. En algunas oportunidades recuperaron el olfato inmediatamente, otros pacientes en cambio notaron que entre otros síntomas estaba también la anosmia que por lo general aparecía al cuarto o quinto día del alta epidemiológica. Quienes no recuperan el olfato de manera inmediata pasan por diferentes etapas. De la anosmia pasan a oler, pero diferente. Pueden tener hiposmia (disminución o falta parcial del olfato, que puede ir acompañada o no de alteraciones del sabor) o transitar por el cuadro más decepcionante y frustrante, que son las disosmias.

Noticias: ¿Ejemplos?
Cuevas: Pueden por caso tener parosmias, que son alteraciones en la percepción de los olores. En este caso los pacientes cuentan que cuando hay un olor sienten que lo hay, pero no es el que existe realmente y, además, es percibido como feo y repugnante. También pueden sufrir de fantosmias, y entonces la persona percibe olores que no existen, es un cuadro que puede llevar a la desesperación. En otros casos, el paciente siente siempre el mismo olor aún cuando los que hay en el ambiente sean muy diferentes, y para peor el que siente es un olor muy desagradable. En ese caso la persona padece una heterosmia. Y también hay quienes quedan con hipersensibilidad olfatoria, lo que es más frecuente en mujeres que están atravesando el climaterio y refieren que el umbral de los olores es muy bajo. Ante la mínima presencia de un olor, lo huelen repugnante. En ocasiones, estos cuadros afectan enormemente la vida cotidiana y llegan a ser incapacitantes.

Noticias: ¿Y cómo reaccionan las personas a estas sensaciones tan desagradables y constantes?
Cuevas: Estas alteraciones del olfato traen aparejadas alteraciones del sabor, porque el olfato da el 80 por ciento del sabor. La mayoría de los alimentos saben horrible, la dieta se limita a muy pocas comidas. Esto es particularmente preocupante en los niños, que suelen presentar esta secuela de Covid-19. Rechazan la comida, no es posible administrarles tratamiento médico e, incluso, es muy difícil realizarles la olfatometría: los chicos no siempre conocen todos los olores, y su vocabulario para describirlos es muy limitado.

Noticias: ¿Cuáles son los olores más raros de los que le hablaron sus pacientes?
Cuevas: Recuerdo por ejemplo a un paciente me relató que al vestirse con ropa limpia la misma le sabe a un olor ácido que le resulta similar al olor a vómito. Varios me han referido que cuando comen los alimentos les saben a materia fecal. O que cuando se bañan el agua le sabe a agua servida, lo que les produce náuseas y hasta vómitos. Otros cuentan que al usar elementos cosméticos durante el baño, como champú y jabón de tocador, les sabe a cloaca. Muchos refieren que en consecuencia comen con mucha bronca, pero que así y todo lo aguantan y entonces ingieren los alimentos con la nariz tapada. En general el peor momento es el de la preparación de las comidas, y entonces precisan ventilar mucho y hasta salir de la casa. Algo que me relatan con mucha frecuencia es que sienten permanentemente olor a quemado y a cebolla. Hay quienes cuentan que comer proteínas es el peor momento del día, con lo cual recurren a enmascarar el olor que perciben, decorando por ejemplo una milanesa con mostaza. Al salir de su hogar refieren que sienten olor a asfalto y tengo otros pacientes que, por ejemplo, cuando pasan por una verdulería precisan taparse la nariz y usar varios barbijos para oler lo menos posible.

Noticias: Sigo pensando en cómo altera todo esto la vida de alguien…
Cuevas: Desde que se levanta. Estos pacientes necesitan mucha contención y ser escuchados para disminuir la ansiedad que causan estos trastornos. Además, es importante hacer hincapié en el tema de seguridad. El olfato funciona como un sentido de alarma: permite detectar una fuga de gas, la presencia de humo y juega un papel fundamental en la higiene personal y de la casa. Es protagonista en las relaciones interpersonales y en la intimidad. Quienes quedaron con estas secuelas saben que al vestirse vendrá ese olor insoportable, eso los enoja, los deprime, y hasta pueden llegar a aumentar o bajar mucho de peso porque por ejemplo se alimentan solo con la misma comida, la que pueden tolerar por su olor, como pan y queso, o hidratos de carbono. Allí es cuando es imprescindible el tratamiento multidisciplinario, que incluye además del tratamiento del trastorno olfativo, ver a nutricionistas y también a expertos en psicología. Cuidar del olfato y prestarle la atención que merece es tan necesario como cuidar de los otros sentidos. Los olores están siempre presentes, solo que estaban invisibilizados.

Tratamiento para recuperar los aromas

De acuerdo con Stella Maris Cuevas, “el mayor reto es darle una respuesta al paciente que está deprimido y desconcertado, brindarle la posibilidad de realizar un tratamiento médico con complejos vitamínicos y neurorregeneradores, y recurrir a la fitoterapia (medicamentos naturales, semillas antioxidantes, tés naturales, por ejemplo). Es muy frecuente recibir a pacientes que han peregrinado por diferentes consultorios y especialidades en busca de una solución a su problema y su malestar.

La rehabilitación olfatoria data del año 2009 y su éxito se basa en la neuroplasticidad, del cerebro, que permite reaprender ejercicios. Estos son muy sencillos: el paciente huele de a un olor por vez durante un tiempo estipulado y en un ambiente relajado y libre de otros olores. Se repiten a diario y se van probando diferentes olores. El tiempo que se tarda en reconocer el olor es individual, no es igual en dos personas. Una vez que el paciente lo reconoce, se pasa a trabajar con otro olor.

Los olores que se usan para estos ejercicios (que se repiten 3 o 4 veces por día) dependen, en general, del resultado obtenido en la olfatometría. Es muy útil recurrir a las asociaciones entre los olores con los que se trabaja y los recuerdos que pueda evocar el paciente: el olfato es un guardián de nuestra memoria. Los olores suelen estar asociados a lugares, situaciones o personas, y estas asociaciones juegan a nuestro favor en la terapia de rehabilitación olfatoria.

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Problemas olfatorios por Covid-19. | Foto:Shutterstock.