De querer la presidencia de la CELAC al faltazo total: la errática política exterior de Alberto Fernández

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Hay diversas formas de medir el grado de desarrollo y estabilidad de un país. Por ejemplo que ante una crisis grave de gobierno la economía no se desestabilice. Otro indicador es

que pase lo que pase en la institucionalidad, la política exterior sólo sea un continuo de la anterior y se cumplan los objetivos del Estado.

La última cumbre de la Comunidad de Estados de Latinoamérica y Caribe (CELAC) expuso al gobierno de Alberto Fernández a una de sus máximas contradicciones. El hecho quedó opacado por un escándalo mayor: el reemplazo de su canciller Felipe Solá por su despedido jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, cuando el primero estaba en vuelo a México, a la cumbre de la CELAC, cuya presidencia buscaba la Argentina.

Estas fallas exhibieron cómo la crisis de poder entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner no sólo desestabilizaron la frágil estantería de la política exterior argentina respetada en el pasado por derecha o izquierda. Desnudó también lo poco que le importa al Gobierno el manejo de la misma.

Un recuento parcial de los acontecimientos puede empezar de la siguiente manera. En afán de diferenciarse de Jair Bolsonaro con el cual mantuvo siempre una muy mala relación, al punto que la sociedad política de Argentina y Brasil en el Mercosur se ha desenganchado por completo, Alberto F. hizo alianza con Andrés Manuel López Obrador, a quien ya visitó dos veces.

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Pero esa sociedad con AMLO es irregular. Por empezar, porque cuando jugaban juntos a criticar a Donald Trump, el mexicano consiguió que el republicano lo recibiera de brazos.

Después, el gobierno argentino decidió pelearle al candidato de Trump a  la presidencia del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), con el secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Béliz como aspirante. 

Argentina se puso a la cabeza de esa pelea. Pero el Gobierno sufrió una estrepitosa derrota. Sufrió incluso el abandono de Mexico cuando Estados Unidos hizo un llamado al quórum para la región. Finalmente la presidencia del BID se la llevó el cubano americano Mauricio Claver Carone. 

Después lanzó al número dos de Béliz, Christian Asinelli, a presidir la CAF Banco de America Latina. Asinelli se retiró a tiempo de la derrota y negoció ser vicepresidente.

Ningún socio del Mercosur apoyó a la Argentina ante el BID y la CAF.  Pero la carrera de Alberto Fernández a presidir la CELAC tenía el visto bueno regional, salvo de Brasil porque Bolsonaro retiró a su país de la CELAC.

En la alianza de Fernández y López Obrador ambos fueron críticos de la razzia de Daniel Ortega contra la oposición. Pero el mexicano debía convencer a Nicaragua de que no perjudicara la elección de Argentina como presidente pro tempore de la CELAC.

Algo falló. Ortega no se peleó con Mexico e inició una cruzada contra Argentina. Mientras, Fernandez replicaba los discursos de AMLO. Lo acompañó incluso en la idea de reemplazar a la Organizacion de Estados Americanos (OEA) por este  foro latinoamericano y caribeño que no integran ni Estados Unidos ni Canadá, y sí integra a Cuba, Venezuela y Nicaragua.

La semana pasada, Felipe Sola había convencido a Cuba y Venezuela de que apoyaran a la Argentina ante la CELAC que no tiene sede ni instituciones. También el candidato de Nicaragua, San Vicente y Granadinas dio de baja su competencia con Argentina. Pero Ortega no cesó en su afán de troncar el consenso necesario para la elección. En una serie de cartas acusó al gobierno kirchnerista de ser "instrumento" del "imperialismo yankee". 

En medio de su crisis con Cristina Kirchner, Fernández suspendió su viaje a Mexico. Echó a Solá, y éste ordenó que un subsecretario representara a la Argentina que se quedó sin la CELAC. Debido a la pandemia, Lopez Obrador lleva al frente de este foro dos años. Y en ese puesto, simbólico, se calzó el traje de mediador entre oficialismo y oposición venezolana. Ahora dice que quiere para la CELAC una suerte de Unión Europea, integrando a Estados Unidos y Canadá. Fernández todavía no dijo nada, de ésto.