Año: 1776. París. La joven reina María Antonieta, que tenía apenas 21 años por entonces, encargó al afamado joyero Charles August Boehmer un par de brazaletes. La obra del joyero pasaría a
la historia tras un rocambolesco viaje de París a Viena pasando por Bruselas.
María Antonieta, hija de los emperadores de Austria-Hungría, princesa imperial, princesa real de Hungría y Bohemia, hija de la emperatriz María Teresa de Austria y del emperador Francisco I, era entonces la esposa de Luis XVI, rey de Francia, con quien la casaron en 1770 a los 14 años.
Una joven, dice su biógrafo Stefan Zweig, caprichosa, voluble, criada para ser princesa y que ejercía como tal. También extremadamente sensible.
Imagen tomada en Ginebra de los dos brazaletes de María Antonieta. Foto: AFP
Su vida fue trágica. El estallido de la Revolución Francesa hizo que se convirtiera en la última reina del Antiguo Régimen francés. Después de más de un año en la prisión del Temple, tuvo que ver cómo su marido era ejecutado bajo la guillotina el 21 de enero de 1793.
Diez meses después, el 14 de octubre de ese mismo año, empezó su juicio. Sólo dos días más tarde fue condenada a muerte y ejecutada, también bajo la guillotina.
Se estima que más de 10.000 personas presenciaron la ejecución en la Plaza de la Revolución, ahora llamada Plaza de la Concordia. Había sido acusada, con pruebas en algunos casos, con bulos en otros, de malversar dinero público, de promover conspiraciones políticas y hasta de mantener relaciones incestuosas con su hijo Luis, el heredero al trono.
Los brazaletes
María Antonieta pagó una fortuna de 250 mil libras por las joyas. Foto: AFP
Pero antes de que su cabeza rodara, antes de acabar en prisión, María Antonieta fue capaz de poner en manos seguras aquellos brazaletes, por los que había pagado una suma enorme para la época: 250.000 libras. Uno de aquellos caprichos de la reina por los que pasaría a la historia.
Poco después del estallido de la Revolución envió los brazaletes a Bruselas, donde gobernaba su hermana la archiduquesa María Cristina, que poco después los envió a Viena, a la Casa Imperial, donde su sobrino era el nuevo emperador. Los brazaletes estaban ahora en lugar seguro, a la espera de saber la suerte de María Antonieta y de su descendencia.
Cuando María Antonieta perdió la cabeza bajo el filo de la guillotina dejó dos hijos. El mayor, el que tenía que haber sido rey de Francia, Luis XVII, murió en prisión poco después a los 10 años de edad.
María Antonieta, según los ojos de la directora Sofía Coppola. Foto: archivo
Su hija, María Teresa, fue enviada en 1795 por las nuevas autoridades francesas a Austria. Ella fue la heredera de los brazaletes, que fueron pasando de generación en generación. María Teresa vivió hasta 1851 en Viena.
Las joyas son espectaculares. Cada una tiene 112 diamantes de entre 1 y 4 carats. La casa de subastas Christie's estima que valen entre dos y cuatro millones de euros, pero que podrían venderse por decenas de millones a la vista, no sólo de su valor material, sino de su valor como pieza histórica.
Los brazaletes se hicieron con un sistema que permite que se enganchen y se conviertan, unidos, en un collar. Los diamantes están ordenados en tres filas en cada uno de los brazaletes.
Los diamantes están ordenados en tres filas en cada uno de los brazaletes. Foto: AFP
El 9 de noviembre, en Ginebra, se hará la subasta. La agencia AFP recordaba este miércoles que en 2018, cuando se subastó en Sotheby’s un colgante de perlas naturales y diamantes que también habían pertenecido a María Antonieta se valoró la pieza entre uno y dos millones de dólares y se terminaron pagando 36 millones.
Christie´s asegura que el origen de los brazaletes se puede trazar de propietario en propietario hasta María Antonieta, convirtiendo las joyas en piezas de valor histórico excepcional. La casa de subastas destaca que quien pueda ponerse los brazaletes “no sólo llevará algo que llevó María Antonieta”, también llevará “unos diamantes extraordinarios”.
Bruselas, especial
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