El buzo de Dios

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Gustavo Gatto tiene colgado, por el momento, el buzo de entrenador de fútbol, pero bien puesto y arremangado el hábito de sacerdote.

“Está bueno esto de volver al llano y reencontrarse

Gustavo Gatto tiene colgado, por el momento, el buzo de entrenador de fútbol, pero bien puesto y arremangado el hábito de sacerdote.

“Está bueno esto de volver al llano y reencontrarse

con el pueblo y con su gente”, afirma sobre su “segundo tiempo” como párroco en James Craik, luego de tres años de estudios en Roma.

En el Viejo Mundo perfeccionó su formación en Teología -actualmente da clases en universidades de Córdoba y de Río Cuarto- y también hizo sus primeros palotes como DT dirigiendo a dos equipos de la Clericus Cup, la liga de fútbol del Vaticano.

Equipo Colegio EspañolEL PRIMER EQUIPO. Gustavo debutó como entrenador en la Liga del Vaticano con el representativo del Colegio Español.

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“Soy un enamorado del fútbol”, sostiene el padre Gustavo. Y reconoce que su corazón está dividido entre dos pasiones: Racing Club de Avellaneda y Matienzo, el club de su Monte Buey natal donde su papá Carlos fue presidente y él atajó desde infantiles hasta la quinta división. “Toda mi familia estuvo siempre ligada al deporte”, añade. Refiere que su mamá, Hilda, es prima hermana de los célebres arqueros Héctor y Hugo Tocalli.

“Después me hago hincha de los equipos del lugar donde me toca estar. Hace algunos años me pasó en Villa Nueva con Alem, al que le seguí toda una campaña en el Federal C”, comenta. Y agrega: “Ahora se me complica porque también estoy a cargo de la parroquia de Colazo, que justo es el clásico de James Craik, así que tengo que alentar a los dos equipos”.

Un técnico “cholista”

El estreno de Gatto como DT fue con el representativo del Colegio Español: “Como estaba lesionado y un poco pasado de kilos, me hice cargo de juntar a la gente. No teníamos un gran cuadro, pero así y todo llegamos a cuartos de final”.

El cura recuerda que con el elenco de los españoles llegaron a jugar un torneo cuadrangular en el San Siro de Milán, el estadio más grande de Italia.

A principios del año pasado, el religioso cordobés redobló la apuesta y armó el equipo del Colegio Sacerdotal Argentino, que vestía la camiseta celeste y blanca: “De cinco amistosos, ganamos cuatro y empatamos uno. Pero justo un día antes del debut allá se cortó todo por la pandemia”.

Colegio Sacerdotal ArgentinoEN CELESTE Y BLANCO. Mientras estudiaba en Europa, el padre Gatto también dirigió al equipo de fútbol del Colegio Sacerdotal Argentino.

“Fue una experiencia hermosa”, dice Gustavo sobre su participación en el certamen donde compiten 400 sacerdotes y seminaristas de 70 países.

“Es muy linda la fraternidad que se genera y hasta te hacen sentir un profesional, ya que hay camisetas, himnos, árbitros, hinchada, conferencia de prensa; todo el circo”, destaca. Y aporta otro dato curioso: “De cuartos de final para adelante los partidos se transmiten por la Radio Vaticana”.

Aunque no abandona el arco en los picados, el cura admite que le tomó el gustito a la dirección técnica. Y al estilo de juego que propone lo define como “cholista”, en alusión a Diego Simeone, DT del Atlético de Madrid. “Al principio los españoles querían que nuestro equipo jugara como el Barsa, pero no podíamos dar dos pases seguidos”, acota entre risas.

Un partido difícil

“Siempre que haya partidos y me lo permita ‘la profesión’, trato de ir a la cancha. No es algo impostado. Siempre creí que el fútbol es un canal de encuentro, un vehículo de comunión”, asegura Gatto, quien apenas regresó a Córdoba debió poner su táctica y su estrategia al servicio de la lucha contra el coronavirus y sus secuelas.

“Lo que uno observa en el interior son los estragos de la pandemia, y eso va acompañado por una situación socio-económica que no es la mejor. Hay mucha necesidad y también mucha ayuda, aunque ahí el tema es cómo se implementa”, sostiene.

“Nuestra parroquia está trabajando bien junto con Acción Social de la Municipalidad y las iglesias evangélicas, tratando de que la asistencia llegue a todos los que la necesitan”, cuenta.

Gatto y FranciscoENCUENTRO CERCANO. Mate en mano, el Padre Gustavo -actual párroco de James Craik- pudo saludar al Papa en su estadía en Roma.

“Intentamos ayudar de distintas formas: haciéndole compras o trámites a un vecino, con una llamada telefónica o acompañando de cualquier otra forma, pero no es momento fácil. Hay miedo, dolor, cansancio, enojo”, precisa.

“Quizá no es la comparación más feliz, pero yo veo esto como una guerra. Uno trata de ir curando las heridas de batalla, sintiéndose herido uno mismo. Perdí tíos, primos, amigos y transité la enfermedad, y los coletazos también me llegan. Hoy la tarea fundamental es la contención. En términos futboleros, a todos nos toca ser un poco ayudantes de campo”, concluye.

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