Una derecha unida, una izquierda dividida

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Este fin de semana cerca de 15 millones de chilenos estarán habilitados para votar en unas elecciones que pasarán a la historia. Porque si bien los comicios del 15 y 16

de mayo también elegirán gobernadores regionales, alcaldes y concejales, gran parte de las miradas estarán puestas en la elección de convencionales constituyentes: esto es, los 155 miembros que se encargarán de redactar una nueva Constitución Nacional.

Para ello, Chile estará dividido en 28 distritos que comprenden la totalidad de sus regiones. Cada uno de estos distritos asignará entre tres y ocho convencionales, según corresponda, de manera proporcional a la cantidad de votantes que figuran en el padrón de ese distrito. Cuando cada chileno acuda a su centro de votación el día sábado 15 o el domingo 16 (según prefiera), el presidente de mesa le otorgará una papeleta para cada categoría que se vote. Y puntualmente para el caso de los convencionales constituyentes, una vez que el elector esté listo para sufragar deberá hacer, con birome azul, una marca vertical al lado del nombre de su candidato de preferencia. Sin dudas, las papeletas de esta última categoría pueden ser las que más dolores de cabeza den a sus votantes, porque debido a la enorme cantidad de listas y candidatos las mismas pueden tener el tamaño de un televisor de 21 pulgadas.

De la misma manera que sucede con otras elecciones, la mayoría de los candidatos representarán a una coalición con una postura determinada frente a lo que esperan de la nueva Constitución. Así, la coalición oficialista se presentará bajo el nombre de “Vamos por Chile”, con la intención de moderar los cambios sustanciales que demandan los partidos más progresistas. Por otro lado, la “Lista del Apruebo” que comprende a los partidos de centro-izquierda llevarán al debate las propuestas para garantizar la educación y salud pública para todos, eliminar las AFP (las administradoras privadas de pensiones), lograr que el agua sea considerado un recurso esencial, garantizar un salario justo, preservar la biodiversidad, garantizar el derecho a huelga y consagrar el carácter plurinacional de Chile, entre otras. Además, otras tantas listas nacionales o regionales también buscarán ingresar a la Convención.

¿Pero podrá esta nueva Constitución garantizar los cambios sustanciales que pide la ciudadanía desde el estallido social de 2019? Es difícil saberlo, pero también es difícil que esto suceda. Para empezar, si los candidatos de “Vamos por Chile” obtienen un tercio más uno de los escaños, tendrán un enorme poder de veto para bloquear gran parte de las propuestas. Por otro lado, la dispersión de agrupaciones políticas sin duda beneficia al statu quo ya que mientras el oficialismo logró la conformación de una gran lista de unidad, la izquierda y la centro-izquierda estarán representados por seis coaliciones. Por último, la llegada de candidatos independientes sin duda brindará una mayor diversidad al debate, pero es probable que no logren el quórum necesario para introducir modificaciones sustanciales.

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Si bien todavía falta esperar los resultados para vislumbrar cómo será la nueva Constitución chilena, esta elección será histórica. Por primera vez, la conformación de las listas no solo otorgará un cupo reservado para pueblos originarios, sino que además los escaños serán asignados con paridad de género. Pero además, independientemente de los resultados, estos comicios darán a Chile una nueva Constitución conforme a la voluntad popular y que será pensada y debatida en plena democracia.

*Licenciada en Ciencias Políticas.

Investigadora del Centro de Estudios Internacionales (CEI- UCA).

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