Una cumbre iberoamericana con desafíos enormes en un momento clave

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Por Roberto García Moritán, ex vicecanciller de la Nación.

La Cumbre virtual Iberoamérica en Andorra que incluye a España (al Rey Felipe VI y al Presidente Sánchez) y Portugal,

Por Roberto García Moritán, ex vicecanciller de la Nación.

La Cumbre virtual Iberoamérica en Andorra que incluye a España (al Rey Felipe VI y al Presidente Sánchez) y Portugal,

ha sido sui generis en una América Latina que tiene un 8,4% de la población mundial y un 30% de los contagios globales. Se ha promovido el mecanismo Covax, la creación de un Observatorio epidemiológico iberoamericano y se ha intentado fortalecer una visión más solidaria en el reparto de vacunas ante la desigualdad numérica en la distribución de fármacos. Esa carencia, que se da en medio de una devastadora crisis económica, marca una gran diferencia con otras regiones del mundo. También en momentos que el sistema multilateral latinoamericano se encuentra muy debilitado y la participación de la región en las ecuaciones de poder en el mundo es casi inexistente. La voz de Argentina, Brasil y México en el G 20, por citar un ejemplo, es tenue y no goza de mayor atención diplomática.

El escenario ha tenido implicancias diplomáticas por la invitación a Nicolás Maduro lo que supuso una Cumbre de características inusuales en el marco de una región convulsionada e incluso enfrentada por la grave situación institucional venezolana. La sesión organizada por Andorra, con la anuencia de España, decidió la participación de Maduro siguiendo el criterio de Naciones Unidas aunque una gran mayoría de latinoamericanos reconocen como Presidente interino de Venezuela a Juan Guadio. Los presidentes de Brasil y México declinaron participar por esa presencia. Estas circunstancias también opacaron el debut del Presidente de Cuba, Miguel Díaz Canel.

El juego diplomático de España ha sido arriesgado frente a la demolida democracia venezolana y las violaciones de derechos humanos documentada por la ONU. Si bien Andorra es responsable primario, nadie duda que el aval de Madrid ha sido central. Pese a que la Unión Europea no reconoce a Maduro, el ejecutivo español respaldo la decisión por ser quien dirige de facto y responsable en adoptar decisiones con motivo de la pandemia. El argumento válido en términos de políticas de salud, se ha enfrentado con un complejo andamiaje diplomático no interesado en dar mayor protagonismo al régimen de Maduro. El tema Venezuela ha eclipsado, en parte, el espíritu iberoamericano. La reunión preparatoria de Cancilleres ya lo había anticipado.

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Sin embargo, la Cumbre Iberoamericana tiene el mérito de ser un foro en el que participan todos los países de América Latina a diferencia de la CELAC o la OEA. En ese contexto y pese a las serias diferencias en torno a Venezuela, puede ser germen de nuevos experimentos diplomáticos. También puede ayudar a recomponer el alicaído sistema multilateral latinoamericano. Esos deberían ser los desafíos más interesantes que podrían emerger de Andorra aunque es desilusionante las ausencias de los Presidentes de Brasil y México junto con los de Paraguay, Nicaragua y El Salvador. América Latina tendría que empezar a reflexionar sobre la importancia de convivir cooperativamente con diferencias.

La atípica Cumbre de Andorra ha demostrado algo más que un escenario diplomático de fuegos artificiales y buenas intenciones. El tema central de la agenda (la pandemia) ha reavivado la necesidad de encarar de manera más cooperativa las prioridades y estrategias regionales incluso en el período de recuperación económica y social post pandemia. El proceso de integración latinoamericano no puede seguir a la deriva. España, Portugal y Andorra han ofrecido un puente, que sería deseable que sea aprovechado para fijar un horizonte común. Como ha señalado Lucio Seneca, cuando no sabes a donde navegas ningún viento te será favorable.