El femicidio de Paulina Lebbos y una luz de esperanza para que no quede impune: "Luchar sirve"

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La decisión de la Corte Suprema de Tucumán estaba demorada. Cuando finalmente dio a conocer su resolución, quedaban tres días para que el Ministerio Público Fiscal (MPF) de la Provincia impute

-al menos- a los sospechosos de "privación ilegal de la libertad y homicidio agravado" para evitar que la causa prescribiera.

Horas antes de que se cumplieran los 15 años desde el femicidio de Paulina Lebbos (22), el fiscal Diego López Ávila finalmente notificó a dos de los sospechosos por el crimen. Se trata de César Soto, la ex pareja de Paulina y el padre de su hija Victoria; y Sergio Kaleñuk, el hijo del ex secretario de Gobierno de José Alperovich (y el vínculo con "los hijos del poder"). Ambos deberán declarar a finales de marzo.

La medida también alcanza a Esteban Ledesma (hermano de José Luis Gómez, que fue acusado como autor del crimen y terminó absuelto en 2018), pero aún no habría sido notificado.

La decisión de López Ávila ocurrió sobre la hora, un paso antes de que el femicidio de Paulina quedara en la nada para siempre.

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La investigación había sido ordenada por un tribunal en 2018 que había sido apelado por las partes. Pero, aunque no era una paso procesal necesario porque la investigación nunca debería haberse detenido, no impulsaron la causa amparados en la falta de sentencia firme. Esa demora generó esta serie de fallos a contrarreloj. 

César Soto era la pareja de Paulina al momento del crimen. La última vez que la vieron con vida estaba camino a su casa, pero -según su relato- nunca llegó. Desde un comienzo lo señalaron como el principal sospechoso por contradicciones en su relato, la violencia que ejercía sobre Paulina y por sus vínculos con la barra de Atlético Tucumán.

Esa relación lo habría acercado a Sergio Kaleñuk, que además de ser el hijo del secretario de Gobierno de José Alperovich era el encargado de seguridad del club. Las acusaciones en su contra surgieron desde un primer momento pero se consolidaron con los registros de llamadas telefónicas. El día del crimen, Kaleñuk realizó más de 150 llamadas, entre salientes y entrantes, y lo detectaron antenas que contradecían su versión de lo que hizo aquel 26 de febrero.