Con la salida de Donald Trump, Alberto Fernández tiende puentes con los gobiernos de centro derecha de la región

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Ya no queda casi nada del mapa regional que Alberto Fernández visualizaba en su cabeza a fines de junio. “A duras penas somos dos los que queremos cambiar el

mundo, uno está en México, Andrés Manuel López Obrador, y el otro soy yo", señalaba el Presidente en una charla de la Facultad de Sociales de la UBA, al mismo tiempo que se lamentaba por la falta de aliados de centroizquierda que Néstor y Cristina Kirchner supieron tener, desde Lula de Silva, Evo Morales, Rafael Correa a Hugo Chávez. AMLO dio muestras de su pragmatismo al elogiar a Donald Trump. Y tras la salida del magnate republicano del Salón Oval, Fernández muestra la misma resolución para tender puentes con “la derecha” regional. En la Cancillería razonan que esos gobiernos sienten menos la presión de Washington.

Las relaciones ya habían empezado a relajarse con la asunción de Argentina como presidente Pro Témpore del Mercosur. Fernández y el mandatario brasileño Jair Bolsonaro acortaron distancias. Primero de manera virtual. Luego, con el envío del secretario de Asuntos Estratégicos de Brasil (SAE), Flavio Viana Rocha, que ocupa el despacho contiguo a Bolsonaro y que en la Casa Rosada definieron como una mezcla de su par Gustavo Beliz y del jefe de Gabinete Santiago Cafiero, por la influencia que ejerce en el Palacio de Planalto. Rocha cenó en Olivos el viernes con el Presidente, Beliz y el embajador en Brasil, Daniel Scioli, que suma elogios en el Ejecutivo y sonó fugazmente para reemplazar a Felipe Solá, ausente en el convite.

La relación entre el canciller y el Presidente se encaminó finalmente el fin de semana, cuando Fernández le rechazó la renuncia al ex gobernador y acordaron seguir trabajando juntos.

Daniel Scioli, embajador en Brasil, con el presidente Jair Bolsonaro. El ex gobernador trabaja para una bilateral del brasileño con Alberto Fernández.

Daniel Scioli, embajador en Brasil, con el presidente Jair Bolsonaro. El ex gobernador trabaja para una bilateral del brasileño con Alberto Fernández.

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Ahora, la Cancillería y la Rosada trabajan para plasmar el primer encuentro presencial entre Bolsonaro y Fernández. Los planes de reunión se postergaron repetidas veces en 2020. La cita podría enmarcarse en la antesala de la próxima cumbre del Mercosur el 31 de marzo. El encuentro podría ser en la frontera, con una puesta en escena más simbólica, o en San Pablo, con un enfoque más productivista que incluya una reunión con empresarios del primer socio comercial del país. Sin embargo, la situación epidemiológica de Brasil y la crisis política que trae aparejada podría frustrar una vez más el encuentro.

Así, el Presidente vuelve a levantar el perfil en la región. El primer paso será la visita de Estado a Chile y las bilaterales con el mandatario trasandino Sebastián Piñera. Los cortocircuitos por las declaraciones de Fernández marcaron parte de la relación. En una videoconferencia del Grupo de Puebla -que reúne a ex mandatario y dirigentes progresistas- el Presidente instó a la oposición chilena a “recuperar el poder”.

Las filminas y las comparaciones en las conferencias de prensa para extender la cuarentena también generaron reclamos de la diplomacia chilena. Fernández responsabilizaba Trump y a Mauricio Macri por haber desarticulado la Unasur y haber creado el Prosur, una iniciativa regional fundada en Chile, a instancias de Piñera. Así y todo, cerca de Fernández señalan que la relación personal entre los dos mandatarios siempre fue óptima.

El presidente de Chile, Sebastián Piñera, estuvo aislado por Covid positivo y debió postergar un encuentro con Alberto Fernández. Se verán finalmente este martes.

El presidente de Chile, Sebastián Piñera, estuvo aislado por Covid positivo y debió postergar un encuentro con Alberto Fernández. Se verán finalmente este martes.

El Presidente le llevará a Piñera proyectos de infraestructura conjuntos. El último lo recogió esta semana en su reunión con los gobernadores del norte: la posibilidad de avanzar en un nuevo corredor bioceánico.

En el Palacio San Martín argumentan que la derrota de Trump permitió que los gobiernos más conservadores de la región se acercaran a la Argentina durante la transición sin temor a represalias.

Durante los trece meses de gestión, el Gobierno cuestionó la posición de los Estados Unidos sobre la situación institucional en Bolivia y también para resolver la crisis venezolana. Fernández señaló a Trump por avalar el golpe de Estado contra Evo Morales y la diplomacia nacional mantuvo una una posición independiente -y contradictoria por momentos- a la del Grupo de Lima y a la que impulsa los Estados Unidos para el régimen de Nicolás Maduro.

La Argentina, a través de su representante argentino ante la OEA, Carlos Raimundi, se abstuvo de votar la resolución que condenó las elecciones en Venezuela. Antes, había votado en contra de Caracas en el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas en Ginebra. 

En Bolivia, Fernández mantuvo su primera reunión bilateral con el colombiano Iván Duque durante la asunción de Luis Arce. "Afianzamos las relaciones políticas y comerciales entre los dos países", señaló Duque 5 días después de la elección que consagró a Biden. 

Alberto Fernández tuvo un almuerzo de trabajo con su par uruguayo, Luis Lacalle Pou, en la residencia presidencial de Parque Anchorena a mediados de noviembre. Foto Presidencia.

Alberto Fernández tuvo un almuerzo de trabajo con su par uruguayo, Luis Lacalle Pou, en la residencia presidencial de Parque Anchorena a mediados de noviembre. Foto Presidencia.

Cerca del Presidente también destacan la "excelente relación" con su par paraguayo, Mario Abdo. Recuerdan que fue fundamental para garantizar el salvoconducto que le permitió a Evo Morales asilarse en la Argentina.

Enseñan argumentos similares al hablar del uruguayo Luis Lacalle Pou, con el agregado de la amistad pública entre Fernández y el canciller de ese país Francisco Bustillo. Existe un plan para trabajar en obras de dragado de manera conjunta. 

A pesar del acercamiento a los gobiernos de centroderecha, en la Casa Rosada estiman que los vientos políticos están cambiando en la región (y en el mundo). En el vecindario, Bolivia fue el primer paso. Ahora se esperanzan con la llegada de un gobierno más amigable en términos políticos en Ecuador y también en Chile. 

Desde los primeros días de la gestión de Solá -cuya continuidad había sido puesta en duda desde la Rosada-, en la Cancillería vislumbran a los países de Centroamérica -además de a los del Magreb, China y Rusia- como potencial destino de las exportaciones de alimentos argentinos.

El entusiasmo por la salida de Trump también incluye la cercanía del católico Biden con el papa Francisco. Con la llegada del demócrata la diplomacia argentina se entusiasma con el regreso de una política exterior multilateralista y en resolver las trabas al biodiesel, ampliar el ingreso de limones a los Estados Unidos y de más acero; y con mantener mantener la cooperación aeroespacial. Más importante aún, se ilusionan con que el sucesor del magnate republicano allane la negociación con el FMI.

Cerca de Fernández destacan que el perfil dialoguista del Presidente -con excelente vínculo con López Obrador y puentes vigentes con Cuba y Venezuela- puede resultar atractivo para las nuevas autoridades estadounidenses.