Quién es Mark Rosen, el representante de EE.UU. ante el FMI con el que el Gobierno se siente incómodo

Economia
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Suelen ser funcionarios de perfil bajo, que se conocen por trabajos técnicos o por alguna decisión que toman a puertas cerradas en el edificio de la Avenida Pennsylvania de Washington. Pero

Mark Rosen, director ejecutivo por Estados Unidos ante el Fondo Monetario Internacional, cobró estos días una popularidad inesperada lejos de la capital estadounidense, más precisamente en Argentina, cuando el canciller Felipe Solá dijo que este economista calvo y con barba tupida, educado en Oxford y Harvard, que habla fluido español, dificultaba las negociaciones del Gobierno con el organismo.

Rosen, de 58 años, fue designado por Donald Trump en 2018 como el representante estadounidense ante el Fondo y su nominación fue aprobada el año pasado por el Senado. Se trata de un cargo hoy importante para nuestro país ya que cualquier nuevo acuerdo sobre la deuda que el Gobierno logre alcanzar con el staff técnico se debe elevar al “board” o directorio ejecutivo del FMI.

Ese cuerpo es el que debe aprobar o rechazar el programa y allí Estados Unidos es el país que mayor peso tiene porque es la primera potencia económica del planeta y el máximo aportante financiero del organismo. Con un 16,5% de poder de voto puede inclinar la balanza con facilidad en el board. De hecho, el mayor préstamo de la historia del Fondo fue aprobado para Argentina en 2018 gracias al fuerte aval de Trump.

Tras la comunicación entre el presidente electo Joe Biden y Alberto Fernández del lunes pasado, Solá dijo en una entrevista que en la conversación se había hablado de las negociaciones con el Fondo y que se le había planteado a Biden que con Rosen la Argentina “no tenía mucha suerte” (sin dar precisiones) y dejó entender que esperaban un recambio. Los dichos de Solá –que luego se supo no había estado presente durante la conversación—levantaron revuelo porque violaron el secreto de la charla, algo a lo que en Washington no están acostumbrados.

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Rosen se quejó ante el ministro Martín Guzmán y el representante argentino en el Fondo Sergio Chodos (incluso se difundió una foto de esa reunión, algo muy inusual) y Fernández tuvo que salir a poner paños fríos y decir que las declaraciones de su canciller habían sido “totalmente imprudentes”.

Rosen nació en Gran Bretaña y conoció los Estados Unidos recién en 1980, cuando tenía 18 años, y se enamoró del país al que prometió volver. Seis años después, tras graduarse en la Universidad de Oxford en política, filosofía y economía, se instaló en Boston para cursar un master en Administración de empresas en la Universidad de Harvard.

Luego comenzó su carrera en distintos gigantes de Wall Street, enfocado siempre en inversiones en Latinoamérica, una región que tiene para él un significado más allá de lo profesional porque su esposa Inés es de origen peruano. Trabajó en Credit Suisse 10 años y luego 8 más en el Bank of America Merryl Lynch hasta que en 2019 fue convocado por el secretario del Tesoro Steven Mnuchin a trabajar en el área de Mercados financieros internacionales. A los pocos meses fue nominado para el Fondo.

Cuando buscaba su confirmación en el Senado para su cargo, Rosen dijo que se había volcado al servicio público “por una deuda de gratitud” hacia el país que le había dado “grandes oportunidades” a él y a su familia, compuesta además por su hija Katerina, que produce documentales en New York, y su hijo Ben, que trabaja como consultor de salud.

Quienes lo conocen en Washington señalan que Rosen es un profesional “muy serio” y que, más allá de que los directores deben obedecer el mandato de sus gobiernos, “no trasluce ideología” en su trabajo. Es alguien que conoce el sistema financiero internacional y “visiblemente entiende el valor agregado de la cooperación internacional”, señalan. En ese sentido, no estaría muy aferrado al dogma anti multilateralista ni al “America first” de Trump.

Rosen puede permanecer en su cargo, pero también es muy posible que Biden, que asumirá el 20 de enero, decida cambiarlo para tener a alguien con mayor sintonía en ese puesto. Pero cualquier movida llevará tiempo y no será fácil porque se precisa el acuerdo del Senado y es posible que allí los republicanos conserven la mayoría.

Lo que podría suceder, según explicó a Clarín Héctor Torres, ex director de Argentina ante el Fondo, es que con Biden en el poder el Tesoro pida la renuncia a Rosen y nombre a un reemplazante con un rango de “senior advisor” (no director), que no precisa confirmación pero que de facto funciona como tal, mientras el puesto permanece vacante. Una situación así sucedió en la época de Barack Obama con Mark Sobel, que era de hecho el director, sin tener acuerdo del Senado.

El Gobierno insiste en que la intención oficial es llegar a marzo o abril con el nuevo programa aprobado con el Fondo. Biden tiene que pelear en el Senado con la confirmación de todos sus ministros y es posible que la designación de un futuro representante en el organismo no sea una prioridad para él.

En Washington buscan relativizar la importancia de quién estará en el sillón estadounidense en el momento de firmar un acuerdo. Creen que hay una tendencia en el debate político argentino de “poner atención en las personalidades y no centrarse en los temas importantes” que en este caso sería que el Gobierno lograra los consensos necesarios para adoptar las medidas que son importantes para obtener el programa. “Si tenés un programa creíble con apoyo político y social –señalan--, ya hay una base importante para la aprobación del directorio, más allá de las personalidades”.