Sergio Zabalza: El delirio machirulo que conecta los femicidios de Barreda con el lesbicidio de Barracas

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Sergio Zabalza sostuvo que la violencia de género es una expresión de la "paranoia social" que puede originarse en la falta de un “otro” amoroso en la infancia. Además, criticó el

machismo de Javier Milei y relacionó su discurso con una afirmación de la masculinidad, basada en la erección como símbolo de poder. "El fanatismo individualista necesita de un 'otro' y necesita de un 'otro' que sea un 'enemigo'", contó en Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190) y Radio Amadeus (FM 91.1).

Sergio Zabalza es doctor en Psicología de la Universidad de Buenos Aires, magíster en Clínica Psicoanalítica de la Universidad de San Martín, docente de la Diplomatura de Estudios Avanzados de Psicoanálisis, también de la UNSAM, y profesor titular en la Universidad Nacional del Chaco Austral (UNCAUS).

Hace algunas semanas, en Modo Fontevecchia, dijo que “Milei busca crear perplejidad y goza del sadismo”.

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Sergio Zabalza: "Milei busca crear perplejidad y goza del sadismo" | Modo Fontevecchia

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Hace unos días en una pensión de Barracas, en un arrebato de odio, un hombre atacó a cuatro mujeres lesbianas y terminó quitándole la vida a tres de ellas. La cuarta se encuentra en una situación de salud compleja. Ayer discutíamos con la directora ejecutiva de Amnistía Internacional, Mariela Belski, sobre cuando el odio pasa de lo verbal a lo físico. Me gustaría su reflexión sobre este tema.

Se trata precisamente de cuando el orden simbólico, las palabras, se empobrecen y entonces la agresión ya no puede tramitarse en el discurso, y se pasa al acto. En este punto, este episodio espantoso en Barracas es paradigmático y, desde un punto de vista psicoanalítico, psicológico y psiquiátrico, está relacionado con una figura muy precisa que es la paranoia. Es decir, suele suceder que los actos violentos perpetrados por paranoicos se dan en situaciones con el vecino.

Esto va más allá, porque habla de un orden social paranóico, y tenemos una paradoja que cuando el individualismo se exacerba se verifica una contradicción, el fanatismo individualista necesita de un "otro" y necesita de un "otro" que sea un "enemigo". En este punto, nada mejor que el vecino, porque el vecino siempre está allí, por alguna u otra razón molesta. La desconfianza y la sospecha es muy propia del orden paranoico, y cuando el orden social se torna paranoico, entonces estamos al borde de este tipo de episodios.

En este caso, una de las vertientes de un orden social paranoico es el odio de género, porque este hombre, según la información que tengo yo, ya venía hostigando a estas cuatro mujeres lesbianas, les decía “tortas”, “gordas”, “sucias”, en fin. Y una de las vertientes de esta paranoia, que se invoca en el odio de género, tiene raíces estructurales. Nuestra constitución subjetiva es eminentemente paranoica, nos constituimos en base a la imagen del otro.

Ahora, hay algo decisivo, y esto es un observable. Un chiquito de nueve meses que está transcurriendo ese momento fundante de descubrir su imagen en el espejo, es que el júbilo de encontrar su imagen en el espejo necesita de ser aprobado por el otro, por el otro de la autoridad, por el adulto y quien esté allí cumpliendo esa función de los primeros cuidados. Si esto falla, si no hay allí un otro amoroso que acompañe a esto, entonces suceden todo tipo de trastornos.

Traslademos esto un poquito al orden social. Si quien ocupa el lugar de la autoridad no pronuncia un discurso que permita la convivencia, la diferencia y la diversidad, entonces eso termina en este tipo de episodios espantosos, porque tengo entendido que arrojó una bomba molotov mientras estas personas estaban durmiendo. Una saña, una crueldad, un sadismo realmente notable.

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En la columna que usted escribió, “¿Por qué Milei elige mear en lugar de cagar?”, citaba el erotismo uretral de Lacan. ¿Encuentra que en el presidente Milei la reafirmación continua de su masculinidad promueva un discurso machista?

Sí, esto es explícito. Milei ha eliminado el Ministerio de las Mujeres, ha prohibido el lenguaje inclusivo y, en cuanta oportunidad tiene, se encarga de denostar los discursos de los feminismos y de la diversidad sexual. Al punto que en la "conferencia", si le podemos llamar así, que brindó en Davos no hace mucho tiempo, culpó a los feminismos del auge del comunismo, un delirio que hasta causó risas en el auditorio entre muchos de los periodistas presentes.

La cuestión de “los voy a mear en lugar de cagar” tiene que ver con la posición erecta en la que el varón descarga la orina. Pongo el énfasis en la posición erecta que remite a erección porque si hay algo que necesita el macho es tenerla siempre parada, para decirlo de una manera bien clara. Entonces, esta posición erecta en la que el hombre orina es lo que él reivindica y precisamente esto tiene que ver con esta reafirmación del machirulo, que es esencialmente individualista y cree que yo soy yo y lo que más importante es lo que digo yo.

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Por su experiencia en la clínica, ¿es arbitrario encontrar en aquel Barreda, que usted recordará, se hizo tristemente célebre por matar a su mujer, a sus hijas y a su suegra? ¿Hay algún punto de contacto o de estado larvario de lo que se llama el rechazo a la cultura woke, que es que los hombres se sienten minuvalorados por la reivindicación feminista, y que respondan patológicamente de esta manera?

Esto lleva a un delirio social, Jorge. Yo creo que sí, la respuesta es sí. Yo recuerdo ese episodio muy bien, y recuerdo los comentarios de personas que decían que “Barreda es mi héroe".

Acá hay un delirio generalizado, un delirio machirulo, y que podemos remitirlo, no solamente a lo que se escucha en la cola del banco o en la verdulería o donde fuere, a nivel institucional. La Organización Mundial de la Salud declaró que la homosexualidad no es una enfermedad hace apenas 34 años. Es increíble que hasta 1990 una organización del prestigio de la Organización Mundial de la Salud sostuviera que la homosexualidad es una enfermedad.

Es decir que, el “Conchita” que se le decía a Barreda, la consistencia de ese insulto y la reacción del hombre, que en lugar de denunciarlo o irse termina nada menos que asesinando a cuatro mujeres, tiene que ver con un delirio social que hacía de una inclinación sexual una enfermedad.

Usted sabe que para Lacan la pasión mayor que habita en el ser hablante es la pasión por la ignorancia. No es ni el amor ni el odio. La mayor pasión que nos domina a los seres hablantes es la ignorancia. En episodios como este se ve, porque este tipo de cuestiones, como lo de Barreda en aquel momento o esto que acaba de suceder, tiene que ver con el discurso, con lo que se transporta en el discurso, con lo que se incentiva. Se exacerban los impulsos más primarios del ser hablante que, por supuesto, se traduce en el odio.

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¿Podría, de la manera más didáctica, plantear y explicar a la audiencia por qué, desde la perspectiva de Lacan, la pasión más poderosa no es ni el amor ni el odio, sino la ignorancia?

El rasgo esencial del ser hablante es nuestra carencia en ser: necesitamos del otro. Somos muy vulnerables, y no queremos saber nada con todo aquello que nos remita a esa vulnerabilidad, no queremos saber nada de eso. El individualismo es un ejemplo típico. Nos cuesta mucho pedir disculpas y admitir que hemos cometido un error. Nos cuesta mucho tramitar nuestros traumas, y de esa manera, el no saber es la mejor protección frente a esas huellas traumáticas.

La pasión por la ignorancia es la que pone el acento en creer que uno sabe, y la verdad es que el saber es siempre provisorio. Aquel que realmente quiere investigar está tomado por lo que no sabe, admite lo que no sabe, le interesa lo que no sabe. Hay un libro de Nicolás de Cusa, que es un filósofo muy importante de principios de la edad moderna, que se llama “La docta ignorancia”. Habla de tener el foco puesto en aquello que hay que averiguar, en aquello de lo cual todavía necesitamos investigar, preguntar, saber, y que esto es infinito.

En las relaciones de las personas, ya sea la amistad o las parejas, en el momento en que yo creo saber exactamente qué es el otro, entonces ahí se acabó el amor. Nunca podemos saber bien quién es el otro, ni tampoco podemos saber quién es uno mismo. Somos esencialmente imposibilitados de poder definirnos.

MVB FM