Tragos y jazz, la nueva dupla perfecta de las salidas nocturnas

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Música suave, luces tenues y un menú que contempla desde tragos de autor hasta platos sofisticados. Parece la receta de una gran cita, y puede convertirse en una

perfecta si se le suma un condimento que cada vez se ve más en la movida porteña: una banda de jazz en vivo. De la mano de este género seductor, son varios los restaurantes y bares que han organizado noches especiales y convocan público de las más diversas edades.

Entre los pioneros

Entre ellos puede contarse a Bebop, la mezcla perfecta entre restaurante y club de jazz. Nacido en 2014 en el subsuelo de Aldo’s, en San Telmo, se inició con la idea de seguir la tradición de los clubes de Nueva York. “Hacer varios shows durante la semana, que puedas comer y beber y sea una oferta fuerte de cultura musical en una ciudad que recibe muy bien este tipo de propuestas”, describe Aldo Graziani, creador del restaurante homónimo y también de Bebop.

Jazz

Hoy Aldo’s de San Telmo se mudó a Palermo y también Bebop, ubicado ahora en Uriarte y el Pasaje Santa Rosa. Pero el estilo no cambió: la programación es muy ecléctica, yendo desde jazz, blues y soul a tango y rhythm and blues, pero con eje en lo primero. “Tenemos no menos de 54 shows por mes, a veces hasta 60. Son dos por día con artistas nacionales e internacionales”, se enorgullece Graziani. Este mes, por caso, recibieron la visita de Chief Adjuah -un trompetista nominado siete veces al Grammy- y el guitarrista Jakob Bro, y a fin de mes llegará la bajista polaca Kinga Glyk.

BANER MTV 1

Este repertorio puede acompañarse con propuestas como un bife de chorizo con papas fritas, una pasta corta casera con pomodoro y albahaca fresca o una hamburguesa en pan de brioche con queso cheddar y panceta, entre otras opciones. La carta de vinos marida con hallazgos de pequeñas y grandes bodegas y suma cócteles de autor con nombres de referentes del género, como el Nina Simone, con gin, chardonnay, tónica y piel de limón. “Logramos que se dé la experiencia completa: la gente va a cenar, se toma una botella de vino y se come un postre. Sucede como en muchas otras partes del mundo: la salida es ir a escuchar música y comer al mismo tiempo”, destaca Graziani. Cuenta que entre el público que aprecia esta oferta se encuentran tanto locales como turistas.

En Belgrano

Por fuera de los clubes específicos, cada vez más bares y restaurantes eligen ofrecer su propio ciclo dentro del género. En Belgrano, Malaria Tintobar decidió dar nueva vida a las veladas de los martes con sus “Noches de jazz” a cargo de músicos referentes de la escena porteña. Con programación del artista Quique Peña, se ofrece un repertorio clásico con una visión moderna del jazz internacional. El modo son duetos en versión íntima, pensados para ser disfrutados por conocedores y no tanto. Por estos días han pasado Imanol Pérez Echegaray (saxo) y Manuel Mansilla (guitarra), Joaquín Martínez (guitarra) y Alberto Sánchez (bajo) y Leo Postolovsky (piano) y Francisco Nava (contrabajo). El mes cerrará el martes 28 con Enrique Peña (guitarra) y Juan Bayón (contrabajo).

Barra

La escena del jazz porteña es de las más destacadas de la región. Contar con increíbles músicos todos los martes es un lujo. La relación entre la coctelería, el vino y el jazz es indiscutible”, apunta Peña. En este camino, la oferta gourmet incluye cócteles reversionados, vinos de cuidadosa curaduría y tapas con una vuelta de tuerca. Entre estas últimas pueden encontrarse opciones como fainá al verdeo con queso de hierbas y trucha, bondiola de cerdo con mix de pimientas y bastones de mandioca con crema de pimientos amarillos, aunque también hay lugar para platos contundentes como centro de ojo de bife con milhojas de papa o ñoquis de zanahoria a la romana.

Trago

Apenas a media cuadra, otro bar del mismo grupo empresario se suma a la movida del jazz entre semana y apunta a los miércoles. Se trata de Malasangre, especializado en vermut y nacido en plena pandemia. Ofrece una propuesta de coctelería de autor en una imponente barra con el propio vermut como protagonista, una versión producida en Mercedes. “Contamos con una enorme barra, tapeo gourmet y una atmósfera que invita al goce y al encuentro”, describe Eduardo Demestri, creador tanto de Malasangre como de Malaria.

Barra

En este marco, desde el inicio se propuso incluir música en vivo mediante DJs, a lo que sumó la gracia de pop ups de otros bares destacados los lunes. Y con el reciente agregado de “Vermujazz” todos los miércoles, agranda la grilla. Desde las 19.30, la semana se corta con reconocidos músicos locales y un repertorio clásico, para toda edad y gusto. En mayo pasaron Inti Sabev y Brune La Cava, Juan Manuel Morales y Fabián Canedo y Nicolás Boccanera y Diana Arias, para cerrar el próximo miércoles 29 con Imanol Pérez Echegaray y Manuel Mansilla.

DJ

Clásico de clásicos

Una de las maravillas que genera el jazz es una inmediata sensación de calidez e intimidad. Como una banda de sonido que propicia encuentros agradables y distendidos. Con esa misma idea nació, allá por septiembre del 2000, La Biblioteca Café, un espacio pensado “para que todos pudieran sentirse en el living de una casa amiga, con buena comida y sonido impecable”, detalla Edith Margulis, su mítica creadora.

Camino a cumplir 24 años, este querido local de Recoleta (ubicado en el edificio histórico del Palacio Guerrico) ha propuesto una programación que abarca desde tango y jazz a folclore, bossa y flamenco, además de conciertos de ópera. “Si bien la programación es ecléctica, el jazz tiene un lugar muy destacado, ya que además de espectáculos que cambian todos los días, desde hace 17 años todos los lunes tenemos el trío encabezado por Ángel Sucheras, con Leo Páez en contrabajo y Camilo Zentner en batería”, apunta Margulis. Además, desde hace dos años se presenta el quinteto Hard Bop Legacy 5tet, y desde febrero lo hace todos los días hábiles a las 18.00 con entrada al sobre y oferta de tragos. A esto se suma la programación habitual, por donde han pasado (y pasan) artistas como Juanjo Hermida, Jorge Cutello, Marisa Ini y numerosos grupos de jazz.

Para maridar la oferta cultural se ofrecen pocos platos, pero infalibles. Por caso, nunca puede faltar el goulash con spaetzle, y también se lucen la bondiola a la cerveza con batatas rústicas y las cintas con crema de queso azul y verduras. También hay snacks, tragos y cafetería.

Y aunque todos los géneros tienen cabida en La Biblioteca Café, e incluso hay espacio para obras de teatro, talleres de diversas disciplinas, presentaciones de libros y otras exposiciones, Margulis asegura que es tanto el crecimiento del jazz que tranquilamente podría transformar la propuesta en un club específico. “Cada vez me piden entrar en la programación más grupos de jazz de diferentes estilos, muchos de gente muy joven”, ilustra.

Desde Bebop, Graziani también marca el desarrollo notorio del rubro. “Creo que esto llegó para quedarse. La escena se amplió e ir a escuchar música en vivo es un programa mucho más habitual que antes. En tanto no aflojen en ninguna de sus verticales de sonido impecable, servicio ágil y buena gastronomía, los lugares buenos se van a ir afianzando y creciendo”, vaticina. El público sensible y melómano agradece.

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Banda en bar Bebop. | Foto:Bebop