Tapabocas: La prenda del año

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Fue la pelea menos pensada. Luciana Salazar subió a Twitter la foto de un modelo con tapaboca de cuero, decorado con los famosos monogramas de Vuitton. El mensaje

decía: “bueno, ahora que el barbijo es obligatorio, un buen trabajo para hacer en estos momentos de cuarentena, es hacerlos bien duraderos y originales”. Apenas pasó un rato y Vicky Xipolitakis, imbuida de fundamentalismo sanitario, le contestó: “Yo era muy pelotuda como vos, pero con la salud no. Hay gente que se muere, no tienen ni para comer y tampoco pueden ver a su familia y vos poniendo háganse barbijos de LV, ¡muy desubicada!”. De esta manera brutal y ofensiva, Xipolitakis puso sobre la mesa un dilema que por estas horas ronda el mundo de la moda. ¿Es prudente y políticamente correcto cargar de atributos fashion una prenda tan ligada a la crisis que hoy involucra al mundo entero?

En principio, las grandes marcas creen que no y algunos referentes del mundo de la moda las apoyan. Pero para los fashionistas de corazón y los cultores de la elegancia hasta las últimas consecuencias (“antes muerto que sencillo” es su frase preferida) es imposible no intentar dotar de algún rasgo estético al trozo de tela que estará adosado a nuestras narices y bocas, según parece, durante mucho tiempo. La polémica está instalada. Y el debate puede llegar a ser duro y muy poco glamoroso.

Reconvertirse. En inglés el accesorio se llama “mask” (“máscara”) y con el hashtag #Mask4all (“Máscara para todos”) muchas figuras de la moda alientan a sus seguidores a respetar las indicaciones de los gobiernos y taparse boca y nariz. “Barbijos, distancia social, semanas en casa: toda la vida se siente diferente ahora”, decía la mítica directora de Vogue, Anna Wintour, días pasados en un post de Instagram de la revista adonde se la ve tapada por una “máscara”. Poco tiempo después, en una foto tomada en el escritorio de su casa, convocaba al mundo a unirse a las conversaciones virtuales de Vogue, para analizar cuál será el futuro de la moda, una de las industrias más castigadas por la crisis de la pandemia.

Barbijos de moda

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En principio, lejos de ponerse a diseñar barbijos fashion, las más importantes etiquetas pusieron sus talleres al servicio de la elaboración de material crucial en estos días: camisolines sanitarios, barbijos quirúrgicos y botellas de alcohol líquido y en gel.

Con Louis Vuitton a la cabeza, Burberry, Carolina Herrera, Armani, Dior, Guerlain y Givenchy, entre otras marcas, hoy están fabricando estos elementos y poniendo así su cuota solidaria al esfuerzo global ante la pandemia. Por supuesto, no falta el fashionista impune que ajeno al desastre, se empeña en conseguir vía web una máscara o frasco de alcohol en gel de su etiqueta favorita, al precio que sea. La insensatez es inmune al contexto.

Decorados. La idea de estetizar los barbijos no es nueva. Proviene de Oriente, adonde taparse la boca cuando una persona está engripada o resfriada es considerado un gesto de cortesía hacia los demás, bastante habitual. Tan común es el uso de este accesorio en la vida cotidiana, que hay versiones estampadas para los chicos y colecciones de moda para los mayores, algunas de las mismas etiquetas que hoy fabrican material sanitario. De hecho, muchos adolescentes utilizan la combinación del tapabocas con maquillaje para potenciar un look personal.

Celebrities como Myley Cyrus o Kendall Jenner aparecieron últimamente en público con barbijo, una tendencia que se volvió casi habitual en algunas estrellas de K-pop, porque ayudan a mantener el anonimato.

Barbijos de moda

En Instagram, Lady Gaga se fotografió con una especie de yelmo medieval, pero tranparente y en acrílico. Ursula Corberó mostró su coqueto tapaboca rosado y Pampita y Nicole Neumann enseñaron a sus seguidores a fabricar un barbijo casero muy sencillo.

Capítulo aparte merece la máscara que usa Gwyneth Paltrow, verdadero item “it” en materia de tapabocas. La marca se llama Aurinum y su creador, un enfermo de asma, pensó en diseñar barbijos que fueran realmente cómodos de llevar por mucho tiempo y sirvieran como barrera ente la polución y los pulmones. La clave de su efectividad son sus filtros renovables y la de su confort, la variedad de talles y la posibilidad de ajustarlos perfectamente. La marca es sueca y se beneficia del buen diseño usual en ese país. Las máscaras son tan estéticas que pueden combinarse muy bien con cualquier prenda. El precio ronda alrededor de los 6000 pesos argentinos.

Creación. Mientras las grandes etiquetas se despegan de su producción habitual de indumentaria para ocuparse de cuestiones más urgentes, pequeñas marcas de diseño empiezan a mostrar online sus propuestas fashion en barbijos. Por ejemplo, una casa de vestidos de novia llamada Katie May, de los Estados Unidos, promociona en las redes bellísimos tapabocas en el mismo material que los trajes: seda, encaje o raso. Y ya hay versiones de la prenda en venta en la web, estampadas, con brillos, de estilo gótico o con románticos bordados.

Si la moda es esencialmente expresión y comunicación, es lógico que un accesorio tan importante se vuelva objeto de la creatividad de diseñadores y usuarios. Por eso, aunque las Xipolitakis de este mundo todavía no puedan comprenderlo, los barbijos son la prenda “it” de este año y su carrera en las pasarelas recién empieza.

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