“Los chicos son vivos, si no tienen plata, la hacen”, dice Susana. “Él comenzó a vender cosas suyas como dos computadoras, un skate, un anillo de zafiro que venía de generación
en generación, y los skins que ganaba en el Counter-Strike. Los ofrecía en Facebook, le transferían y con esa plata apostaba. En un momento dejó de conseguir skins porque ya no jugaba al Counter, lo había cambiado por la ruleta y las maquinitas”, relata.